Cuando dos papanatas tratan de convencerse a sí mismos

Rafael Correa no puede aceptar la realidad cuando ésta no le gusta. Su problema no radica en una incapacidad para entender la realidad sino en una aguda inhabilidad para aceptarla. Por eso niega lo que ocurre y cuando lo hace trata desesperadamente de fabricar una realidad paralela para estar en paz con ella.

El enlace 489 en la playa de Las Palmas en Esmeraldas tuvo muchos momentos en los que Correa se negaba a aceptar la realidad y en los que en su desesperación por negarla era capaz de crear una paralela que, siempre, terminaba en caricatura.

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Artículo de Martín Pallares: ‘Cuando dos papanatas tratan de convencerse a sí mismos’

Un ejemplo fue cuando Correa habló sobre el éxodo de ecuatorianos a la ciudad fronteriza colombiana de Ipiales durante el última feriado para comprar productos más baratos, entre ellos los útiles escolares para el inicio del año lectivo. En la mente de Correa, si la gente viajó a Ipiales durante el feriado fue por un acto de “deslealtad con la patria”. Que la gente vaya hasta allá para no pagar los altos precios creados por la cantidad de impuestos y aranceles que hay en el Ecuador no puede ser cierto para Correa. Por eso, acusó a quienes fueron hasta allá de desleales. Además dijo que son mentirosos quienes dicen que son los aranceles y los impuestos los que han encarecido la vida en el Ecuador. En la visión de Correa, los desleales que viajaron a Ipiales solo lo hacen por las ventajas que los productos han ganado por la depreciación del peso colombiano. Pero como Correa no es capaz de aceptar la realidad, entonces no puede aceptar que los ecuatorianos compran productos que Colombia importa como televisores y teléfonos celulares, que nada tienen que ver con la depreciación del peso.

Otro momento de negación de la realidad fue cuando atacó a la revista The Economist por decir que en el Ecuador no existe una verdadera democracia. Para Correa, Ecuador es más democrático que Inglaterra, de donde es The Economist, porque acá hay menos títulos nobiliarios. Para Correa argumentos tan estúpidos como esos son plenamente válidos.

Pero el momento más patético de negación de la realidad fue cuando le dedicó varios minutos a despotricar contra un índice internacional sobre innovación, aparecido hace pocos días y en el que el Ecuador queda pésimamente posicionado. Para alguien que quiere pasar a la historia como un modernizador como Correa, que el Ecuador tenga un malísimo desempeño en innovación debe ser algo muy duro. Un trago amargo. ¿No es cierto Correa? Que el Ecuador repruebe en innovación debe ser una realidad insoportable a la que hay que atacar. Y ahí es cuando el enlace alcanzó sus notas más cómicas y ridículas.

Según Correa, cuando vio que el Ecuador estaba pésimamente ubicado en el índice llamó a su secretario de Ciencia y Tecnología, René Ramírez para preguntarle qué pasaba. En el relato del Presidente, Ramírez le mostró que quienes hacen el índice estaban mezclando “camellos y naranjas”. Según Correa, que el Ecuador esté haciéndolo pésimo en innovación no es verdad y aseguró que hay datos que niegan los datos del índice. Nunca dijo cuáles eran esos datos, claro. Lo que sí dijo es que quienes hacen el índice son neoliberales y que su intención era ideológica. Por eso, sostuvo, la nueva izquierda debe demostrar científicamente que esos índices neoliberales están equivocados.

A esas alturas del enlace era más que evidente que Correa había sido herido en su orgullo y que estaba profundamente dolido al haber visto al Ecuador fracasar en un tema en el que su gobierno ha invertido multimillonarias cifras. “Son supuestos índices pero en realidad solo pura ideología”, dijo casi sofocado.

Para salvar la situación y tranquilizar al Presidente que lucía lastimado por los datos del índice de innovación saltó René Ramírez, su secretario de Ciencia e Innovación que cada vez que interviene en una sabatina se parece más a un monaguillo, no solo por su apariencia y su vocecita sino por su actitud de adorador. ¡Qué tranquilidad debe haber sentido Correa cuando Ramírez le dijo que el índice de innovación está errado! Imagínese señor Presidente, dijo Ramírez lanzando una risita de monaguillo astuto, que uno de los indicadores que nos perjudica en el índice es la libertad de expresión. ¡Ja!, replicó Correa con otra risita picarona. ¡Habrase visto: que alguien piense que la libertad de expresión tiene relación con la innovación!, sugerían el par de papanatas con sus gestos de animalitos asustados pretendiendo ignorar una de las obviedades más grandes: que no puede haber innovación sin la total libertad del ser humano para expresarse. ¿Innovación sin libertad de expresión? Solo un par de papanatas podrían asegurar tamaña idiotez.

Ramírez, siempre en su función de monaguillo en misa, continuó negando la posibilidad de que el índice de innovación  pueda haber sido bien hecho. Que incluyan un indicador que hable sobre las facilidades para importar computadores o tecnología es una aberración neoliberal, sostenía Ramírez. El Ecuador, un país que va a fabricar sus propias computadoras y su propia fibra óptica y que dificulta la entrada de tecnología imperialista y colonialista, no se merece ser castigado por quienes hacen el índice razonaba Ramírez. “Están midiendo el neoliberalismo y no lo vamos a tener nunca. Acá lo que habrá es justicia social”, interrumpía Correa mucho más satisfecho y tranquilo luego de escuchar a Ramírez.

Para cerrar su intervención, Ramírez sacó lo que parecía iba a ser la prueba con la que iba a probar que los neoliberales que hicieron el índice estaban errados.  ¿Cual fue el dato con el que Ramírez demostró que el Ecuador sí ha avanzado en innovación? Contundente: la revolución educativa. Sí, el monaguillo de las sabatinas salió a decir que los avances que la revolución ciudadana ha alcanzado en la educación del país demostraban que el Ecuador es un campeón en innovación y que los autores del índice habían actuado guiados únicamente por su perverso neoliberalismo. Para demostrar que es así, Ramírez, sacó otro índice: uno que dice que las universidades del Ecuador son las que con mayor velocidad mejoran ¿La prueba? Otro índice que, aunque también hecho en el Primer Mundo, habla bien del Ecuador. Y para un papanatas uno que hable bien del Ecuador debe ser necesariamente correcto, aunque eso no pruebe en absoluto que el Ecuador esté bien en innovación.

La sabatina fue, así, un largo recuento de cómo Correa mira la realidad o, más bien, una larga y tediosa descripción de la realidad que él está dispuesto a aceptar. Si el aeropuerto de Santa Rosa, pese a la inmensa inversión que supuso su construcción, no logró ser lo que el Gobierno central quiso que sea es por culpa de los machaleños que no han sabido convertirlo en un aeropuerto internacional.

Así, Correa escenificó una sabatina más, un nuevo espectáculo que cada vez se parece más al espejo de la bruja de Blanca Nieves.  ¿Quien es el más guapo e inteligente del reino? pregunta Correa cada sábado y el espejo le responde “tú Presidente”. Y así, él y sus amigos se van contentos.  ¿Hasta cuándo?

Autor:  Martín Pallares

Fuente:  4 Pelagatos

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